Una conversación comercial constructiva termina con la solución del problema y la interacción fructífera de los interlocutores. Las personas, hablando, determinan el desarrollo de las relaciones con el interlocutor.
Cada participante establece un objetivo: formarse una opinión positiva sobre sí mismo. Sacar conclusiones apresuradas sobre un oponente puede dar lugar a acusaciones falsas, que no conducen a un buen resultado. Es importante desarrollar las habilidades de un oyente activo, tolerante con las opiniones de los demás.
Durante una conversación de negocios, es recomendable mostrar una mayor atención para que los socios potenciales vean a un interlocutor interesado frente a ellos. En el vocabulario de los negociadores experimentados hay frases que lo confirman: "Entiendo", "Por supuesto", "Sí, sí". Si suenan sinceros y tranquilos, entonces el interlocutor habla con mayor libertad.
Es importante recordar la ley del espejo emocional que se observa en el proceso de una conversación empresarial. Hay una regularidad maligna que forma la agresión de un interlocutor por el nerviosismo de otro, el sarcasmo por tacañería, la rabia por rabia.
Para lograr el resultado esperado, es importante señalar con tolerancia los errores cometidos por los oponentes. No se recomienda ser categórico: "¡No es cierto!" Un enfoque con tacto utiliza una frase tranquila que no destruye el contacto. Las frases cortas son un signo de mal gusto, se acostumbra agregar palabras a la respuesta que expresen una actitud positiva en el significado.
El esquema de una conversación de negocios se reduce a encontrar puntos de contacto comunes, por lo que es mejor comenzar con la pregunta donde hay una diferencia de opinión. La primera frase debe ser tal que el interlocutor exprese su acuerdo. Este comportamiento obliga al oponente a respetar los intereses del otro lado.