La economía mundial se desarrolla en una espiral: el despegue siempre va seguido de una recesión, que a menudo termina en una crisis económica y financiera. Pero cualquier crisis termina tarde o temprano y es reemplazada por otro repunte. El siglo pasado ha sido rico en desastres financieros. Los acontecimientos de los últimos años indican que el presente siglo no va a ceder en esto.
La historia conoce muchas crisis financieras, que difieren en su fuerza y en el número de países afectados por ellas. El comienzo del siglo pasado estuvo marcado por la crisis de 1907, que fue provocada por el aumento del tipo de interés por parte del Banco de Inglaterra del 3,5% al 6%. Esto provocó una entrada de dinero al país y, en consecuencia, su salida de otros países. Estados Unidos se convirtió en el principal proveedor de fondos, lo que provocó un colapso de su mercado de valores y una recesión prolongada en la economía. Las consecuencias de esto se reflejaron en varios otros países.
La razón de la crisis financiera de 1914 fue una comprensión general de la inevitabilidad de una guerra inminente. Se necesitaban grandes fondos para prepararse para la guerra, por lo que muchos países (Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña y algunos otros) estaban vendiendo valores en grandes volúmenes, lo que llevó al colapso del mercado financiero. El final de la Primera Guerra Mundial estuvo marcado por la crisis de 1920-1922, provocada por la deflación en el contexto de una grave caída de la producción y crisis bancarias en varios países.
La famosa Gran Depresión de 1929-1933 comenzó con el Jueves Negro. 24 de octubre de 1929. El índice Dow Jones y los precios de las acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York cayeron bruscamente, lo que provocó una crisis no solo en Estados Unidos, sino también en varios otros países. Los gobiernos de estos países no contaban con los recursos necesarios para inyectar a la economía con el fin de apoyarla y estimularla, por lo que la caída generalizada de la producción provocó un desempleo masivo. Los ecos de la crisis se dejaron sentir hasta finales de los años treinta.
En 1957-1958, la crisis económica y financiera se apoderó de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y varios otros países. Esta fue la primera crisis después del final de la Segunda Guerra Mundial.
En 1973-1974, estalló la crisis del petróleo, causada por un aumento de cuatro veces en el precio del petróleo. Las razones fueron la guerra de Israel contra Egipto y Siria y la reducción de la producción de petróleo en los países árabes.
El día 19 de octubre de 1987, llamado "Lunes Negro", estuvo marcado por el colapso del mercado de valores estadounidense: el Dow Jones cayó un 22,6%. Los mercados de valores de varios otros países también colapsaron.
1994-1995 trajo la crisis mexicana al mundo. En 1977, estalló la crisis asiática y, al año siguiente, la rusa. Fueron tiempos difíciles para Rusia: enorme deuda nacional, devaluación del rublo y caída de los precios del petróleo y el gas.
El nuevo siglo tampoco se mantuvo alejado de los cataclismos: 2008 trajo al mundo una grave crisis económica. Gracias a los fondos acumulados, Rusia pudo sobrevivir relativamente bien a esta crisis, pero algunos expertos ya están prediciendo una segunda ola de crisis. La zona del euro está al borde del colapso; muchos países europeos están esencialmente en quiebra. Por lo tanto, el próximo 2012 para los mercados financieros mundiales será ciertamente muy difícil.