Del inglés, la palabra voucher (voucher) se traduce como "recibo" o "fianza". Este término se utiliza en el turismo y el comercio internacional. Sin embargo, para los rusos, un vale significa en la mayoría de los casos un cheque de privatización, que se distribuyó ampliamente en el país a principios de los años noventa del siglo XX.
La historia de la aparición del bono en Rusia está indisolublemente ligada al proceso de privatización. Después del colapso de la URSS el 26 de diciembre de 1991, comenzó en el país una transferencia a gran escala de propiedad estatal a propiedad privada, o privatización. Posteriormente, este fenómeno recibió una valoración sumamente negativa de los historiadores debido a que el Estado no siempre pudo controlar la nueva institución de la propiedad privada, y la privatización de muchas empresas procedió de manera espontánea, con el uso de la fuerza.
Como equivalente tangible de la transferencia de activos estatales a la propiedad privada, el país emitió cheques de privatización, llamados vales. De hecho, eran valores gubernamentales para fines especiales, estaban destinados a ser un medio de pago para objetos de privatización. Los cheques de privatización se emitieron por un valor nominal de diez mil rublos y tenían un período de validez limitado (tres años), y tampoco se podían restaurar si se perdían.
Todos los ciudadanos de Rusia podrían obtener un cupón por diez mil rublos gratis (de hecho, por 25 rublos). Además, si era posible, era posible vender o comprar libremente cualquier número de cupones a un precio negociado. Para los propios vales, sus titulares podían comprar objetos de privatización (la mayoría de las veces, en forma parcial, en porcentaje) o acciones de fondos de inversión.
El estado alentó activamente a los rusos a comprar cupones. Junto con el primer bono gratuito, se distribuyeron recordatorios en los que estaba escrito: "Recuerde: el que compra cheques de privatización amplía sus oportunidades y el que vende pierde perspectivas". Como era de esperar, el mercado de compra y venta de vales a principios de los noventa era muy dinámico. Alguien se deshizo de ellos, alguien, por el contrario, compró, invirtiendo en diversas estructuras financieras. El precio de venta dependía de muchos factores y partía del costo de dos botellas de vodka.
Los comprobantes expiraron el 1 de julio de 1994. La mayoría de los rusos nunca han recibido dividendos de estos valores. Las únicas excepciones fueron quienes invirtieron astutamente sus cheques de privatización en acciones de las mayores empresas estatales como Gazprom.